
Mixtura boliviana: Una fusión de danza urbana con música nacional que integra generaciones

La danza urbana o danza de la calle, por lo general, se caracteriza como una expresión juvenil de libre rebeldía, así nació “Paso libre” como un pequeño elenco, y hoy es una institución que lleva la danza a otro espacio, al escenario de un teatro, pero va más allá, la convierte en una manifestación intergeneracional con un profundo amor por la raíz boliviana.
Un sábado de abril, en el teatro 6 de agosto, el público disfrutó la segunda versión de una experiencia distinta. Composiciones emblemáticas, convertidas en clásicos nacionales como aquellas de Los Kjarkas, Kalamarca y de otros artistas más contemporáneos, en algunos casos, poco conocidos fueron interpretadas a través de los movimientos del cuerpo. Una presentación enfocada en la música nacional no solo folklórica, sino también, composiciones en rock-pop como las del reconocido grupo Octavia, o bien, las fusiones con la voz de Luzmila Carpio despertaron emoción en el público.

Paso Libre tiene más de 10 años de existencia, su fundador principal es Osmar Eduardo Maceda Conde, bailarín profesional que, tras analizar el contexto particular de las danzas urbanas en Bolivia, se dedicó a trabajar fusiones entre los pasos de baile de distinta época y género musical con los ritmos nacionales, una mixtura que lo llevó a dirigir elencos de danza de todas las edades, desde niños a personas adultas, una comunión intergeneracional que consume lo que produce Bolivia.
“El lugar de las danzas urbanas siempre fue en las calles, muchos comenzamos entrenando en alguna plaza, lugar, en Entel, o en los pollos Cbba, en el atrio de la UMSA, ahí entrenábamos libremente con el frío de la ciudad y bueno uno se acostumbra a ir a competencias de batalla ‘underground’ (subterráneo o bajo tierra), donde no hay muchas personas, sino más bailarines”, compartió el maestro.
Maceda, junto a su compañera, también maestra de danza, Staysy Nikita Higueras Zuñiga, realizan la magia y junto a ellos, un elenco ya formado que durante los últimos años ha conquistado premios tanto a nivel internacional como nacional, uno de ellos fue en una competencia en Phoenix Arizona, otro en Argentina; además de ganar, por varias gestiones consecutivas, los premios Eduardo Abaroa convocados por el Ministerio de Culturas Descolonización y Despatriarcalización.

Esos triunfos y el incremento de jóvenes, niños y adultos con ansias de aprender a bailar, los motivó a proyectar un espectáculo solo de danzas urbanas en un escenario; de esa manera se realizó, este abril, la segunda versión de la presentación de Gala de Paso Libre, ocasión en la que se pudo apreciar la danza de los kusillos, una de las expresiones más queridas en La Paz.
Eduardo Maceda comentó que siempre se sintió motivado a trabajar fusiones, y que inicialmente las danzas urbanas se presentaron para complementar el teatro o algún otro show artístico. Desde el pasado año, la danza urbana fusionada a la música nacional es la protagonista central, la que mantiene al público embelesado y contagiado del furor que genera el complejo movimiento corporal unido a la música de los bolivianos.
Al margen de la anunciada presentación, Paso libre crece en distintas sucursales en la ciudad de La Paz, lugares a los que acuden muchas personas, las que se desconectan del estrés cotidiano de la urbe y se entregan al frenesí de la danza. La sede central se ubica en alto San Pedro, en el Complejo deportivo Pepe’s, otras fueron estrenadas recientemente en Obrajes y Calacoto.
Inicia la música boliviana y la persona que busca aprender se sumerge en un recorrido conjunto en el que no se distingue sexo, edad, religión u otro factor por el que se podría discriminar en alguna academia; en Paso libre es una misma energía uniendo y motivando el trabajo coreográfico en equipo y con el plus adicional del placer de bailar. Por Jackeline Rojas Heredia
Cine y Cultura
«El Eternauta» alcanza primer lugar de serie de habla no inglesa de Netflix


"El Eternauta", una producción argentina de ciencia ficción protagonizada por Ricardo Darín y ambientada en una Buenos Aires apocalíptica, es la serie de habla no inglesa más vista en Netflix en todo el mundo, informó la plataforma.
Basada en una mítica novela gráfica homónima de los años 50, la serie estuvo en los más alto en la segunda semana de mayo.
Desde su estreno, "la historia de Juan Salvo ha dado la vuelta al mundo ingresando en el Top 10 global semanal de Netflix en el puesto #1 de series de habla no inglesa", detalló la plataforma en un comunicado, que especificó que acumula "10,8 millones de visualizaciones en todo el mundo".
Además, la serie "se ubicó en el Top 10 semanal de series en 87 países como Brasil, Francia, India, Estados Unidos, Italia, México, Alemania y España, entre otros", añadió la nota de prensa.
Dividida en seis episodios de una hora, "El Eternauta" adapta la historieta de proporciones épicas sobre un grupo de personas comunes que deciden unirse para hacerle frente a los alienígenas.
"Si bien ahora está muy instalado el género apocalíptico, es una de las primeras historias que instala ese género y que va generando un poco sus reglas", dijo a la AFP el creador y director de la serie, Bruno Stagnaro, sobre el cómic escrito por Héctor Oesterheld y dibujado por Francisco Solano López.
El realizador señaló que, con una impronta muy argentina, la serie plantea un tema universal como es el del humano que sale "a enfrentar la oscuridad".
Stagnaro también se enorgulleció de la factura tecnológica de la serie en tiempos de crisis de la industria audiovisual argentina por los recortes a la cultura del gobierno.
"Podemos enfrentar como comunidad artística cualquier desafío que se nos ponga delante", dijo el director.
Darín, de 68 años, protagonizó "El secreto de sus ojos", ganadora del Óscar a mejor película internacional en 2010, y las nominadas "Argentina, 1985" y "Relatos salvajes". Buenos Aires AFP
Cine y Cultura
Mamani Mamani: “Nuestras voces, lo auténtico, lo original, y una nuestra cosmovisión tienen reconocimiento afuera de nuestras fronteras»


Roberto Mamani Mamani, el renombrado artista boliviano, despliega en sus vibrantes lienzos la fuerza ancestral de los Andes y la riqueza de su cosmovisión indígena.
En el marco de la conmemoración del Bicentenario de Bolivia, su obra adquiere una resonancia especial, conectando el pasado milenario con un presente que clama por la reconexión con la Madre Tierra. Sus murales, pinturas y símbolos trascienden fronteras, llevando un mensaje de identidad, resistencia y profundo agradecimiento por la vida a cada rincón del planeta.
En esta entrevista exclusiva con Boliviana, Mamani Mamani comparte su visión sobre la profunda influencia de la Pachamama en su arte, el significado intrínseco de los símbolos que plasma en sus obras y la importancia de mantener viva la herencia cultural frente a la globalización.
El artista enfatiza en su conexión con la Pachamama. "Yo vengo de hace 3.000 años, 4.000 años de historia, llevando en la sangre, llevando en esta conexión permanente con la madre tierra”, dice.
Este profundo vínculo es, según explica, el origen de toda su creación artística. "Esa relación, esa conexión, hace de que Mamani Mamani haya brotado de sus manos, de su corazón, de su pensamiento, todo este trabajo de agradecimiento y de testimonio a la vida, de un acto de amor", declara el pintor.
Subraya la importancia vital de la tierra para la existencia humana, advirtiendo sobre el peligro de alejarse de ella: "Cuando se rompa eso, dejará de existir el ser humano." Su preocupación se extiende a las consecuencias del daño ambiental, al señalar que "los incendios, los daños con el plástico, la basura, todo eso hace de que estamos destruyendo parte de lo que somos, lo que somos en esencia".
Al abordar la riqueza simbólica de su obra, Mamani Mamani describe cómo los códigos ancestrales se manifiestan en diversas expresiones culturales de su comunidad. "Los símbolos, los códigos, la forma de sentir y expresar los sueños, los sentimientos que tú lo expresas, la comunidad lo expresa en sus tejidos, lo expresa en lo que hace en sus manos...", explica, refiriéndose a objetos como aguayos y mantas que encarnan su cosmovisión.
Para el artista, estos símbolos representan "nuestro agradecimiento a la vida, nuestro agradecimiento al sentido de existir, entonces eso es fundamental, es lo que somos."
Destaca la relevancia de elementos como el agua, la isla, el sapo y la chacana, como nexos con el pasado ancestral y expresiones de la vida y la ritualidad.
Reconocimiento

Sobre el reconocimiento de su trabajo, tanto a nivel nacional como internacional, Mamani Mamani confiesa sentir que va por buen camino cuando su arte es valorado. "Yo siento que lo que estoy haciendo está bien cuando hay algún reconocimiento, cuando se me pide hacer un mural en algún lugar que va a ser amado y que va a ser apreciado", señala.
Considera su labor como una lucha constante contra la globalización, afirmando con convicción: "Somos millones, sentimos diferente, vibramos diferente” y agrega que su compromiso con los colores y los principios del Aini y el Sumacamaña es inquebrantable: "Eso jamás va a morir".
Mamani Mamani reconoce la influencia de numerosos maestros y sabios ancestrales en su formación, aquellos "amautas que han construido estas grandes pirámides, estos templetes, esos frescos, esas pinturas".
También menciona a artistas latinoamericanos y a la literatura como fuentes de inspiración, resaltando que "esta novela latinoamericana es parte de nuestra sangre, que es parte de esta tierra".
Más allá de las fronteras

Finalmente, al presentar su calendario para el Bicentenario, que recopila obras exhibidas en diversas partes del mundo, Mamani Mamani subraya la importancia de llevar la cosmovisión andina más allá de las fronteras.
"Nuestras voces, lo auténtico, lo original, y una fuente inagotable de inspiración que es nuestra cosmovisión, tienen el reconocimiento afuera”, dice.
Relata experiencias significativas, como el mural que pintó en Filadelfia, Estados Unidos. el primero de un latinoamericao, y la defensa de su arte en Colombia por parte de la comunidad, enfatizando que estas obras pertenecen a la gente: "Estas obras que pertenecen ya al que camina, al que anda de a pie, al que no puede ir a un museo o a una galería". Para él, todo esto constituye "un testimonio a la vida, un testimonio a agradecer a la vida".
Cine y Cultura
«Se va un escritor titánico», lamentan los lectores del nobel Vargas Llosa


"Titán de la literatura", "monstruo de las letras", fueron algunos de los adjetivos superlativos con los que los lectores peruanos evocaron con tristeza este lunes la partida del nobel Mario Vargas Llosa quien murió el 13 de abril en Lima a los 89 años.
El impacto se reflejó también en las librerías de Lima, que abrió sus puertas colocando en primer plano su fotografía y las principales obras del prolífico escritor, autor de más de 30 títulos entre novelas, cuentos, dramaturgia y reportajes periodísticos.
Los homenajes de libreros y lectores se podían ver en los alrededores del parque central del distrito de Miraflores, donde Vargas Llosa ambientó sus primeros relatos a fines de la década de 1950, como "Los Cachorros" y "Los Jefes".
"Es una gran pérdida para el Perú, para el mundo", dijo a la AFP Maryori Otera de 25 años, administradora de la librería Crisol, ubicada frente al parque.
Esta zona forma parte de La ruta Vargas Llosa, un recorrido turístico que se realiza cada mes para contemplar los lugares que inspiraron algunas de sus obras.
En las vitrinas de Crisol se exponen obras como "La Guerra del fin del Mundo" y "Conversación en la catedral".
"Vargas Llosa y su trabajo me ha ayudado mucho a comprender mejor la identidad del peruano ya descubrir esa identidad más fuertemente en mi persona", dijo a la AFP Guerli Peralta, un electricista que visitó la librería impactado por la noticia.
"Su legado artístico es tremendo, es un escritor titánico", resaltó a la AFP el poeta Fernando González-Olaechea, para quien es "imposible no sentir una profunda pena" por la muerte del novelista.
"La muerte de Vargas Llosa es la muerte de un espacio íntimo en cada uno de los lectores que ha tenido", agregado mientras compraba en la librería El Virrey en Miraflores la novela
"La Casa Verde", con la que Vargas Llosa obtuvo el premio Rómulo Gallegos en 1967.
Vargas Llosa en Cochabamba

Mario Vargas Llosa estudió en el colegio La Salle. Durante su infancia, vivió en Cochabamba, donde asistió al Colegio La Salle y aprendió a leer a los cinco años bajo la guía del hermano Justiniano. Vargas Llosa ha recordado con cariño esta etapa, señalando que fue en ese colegio donde adquirió una de las habilidades más importantes de su vida: la lectura.
Mario Vargas Llosa y Julia Urquidi protagonizaron una de las historias de amor más singulares y polémicas de la literatura latinoamericana, marcada por el escándalo familiar, la diferencia de edad y su influencia en la obra del Nobel peruano. El matrimonio duró hasta 1964, cuando se separaron tras nueve años juntos.
La ruptura estuvo marcada por la aparición de Patricia Llosa, prima de Mario y sobrina de Julia, quien luego se convertiría en la segunda esposa.
La casa vacía

En la ruta turística Vargas Llosa, ocupa un lugar especial la pequeña casa donde vivió con su esposa y tía Julia Urquidi, en la calle Porta, en el distrito de Miraflores.
La pareja se casó e instaló en 1955 en la vivienda, ahora vacía.
Dicha relación sería luego material de inspiración para su novela "La tía Julia y el escribidor".
"Yo lo he visto hace poco, vino con (su hijo) Álvaro", declaró a la AFP Jaime Suárez, de 76 años, quien vive frente a la casa desde 1990.
Su relación se entrelaza con lo que fue la discreta vida de Vargas Llosa, que pasó sus últimos meses de vida visitando en Lima de la mano de su primogénito los sitios que lo motivaron a escribir sus obras.
"Yo recuerdo a Mario Vargas Llosa como un monstruo de la literatura latinoamericana y mundial y lo más trascendental para mí fue la novela Pantaleón y las Visitadoras", dijo a la AFP Óscar Trelles, un empleado de 60 años que observa las portadas de los diarios con las fotos del escritor.
Mientras los lectores lo evocan con sus obras, en el Colegio Militar Leoncio Prado, sobre los acantilados de Lima de cara al océano Pacífico, donde Vargas Llosa estudió y ambienta "La Ciudad y los perros", los cadetes le rindieron homenaje formando filas humanas con las iniciales del nobel: MVLL. Lima, Perú | AFP
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